8 ago 2011

La Flor Más Bella

En uno de los momentos más difíciles de mi vida, encontré una flor. Esta flor me llamó la atención, debido a que se hallaba en el centro de un jardín muy bello, rodeada de flores de vivos colores que saltaban mucho más a la vista que esta otra flor opaca y casi marchita que había encontrado.

Algo en esta flor comenzó a alegrar mi vida. En el momento no logré comprender porque una flor tan opaca y marchita había llamado más mi atención que cualquiera de las demás flores que había en ese jardín. Quize saber más de tan bella flor.

Con muchas ganas de darle vida a esa planta, la llevé a mi propio jardín. Preparé la tierra, abonándola y regándola, para que estubiera en condiciones de recibir a esta flor tan especial. No quize que ningún jardinero se hiciera cargo de esta flor, puesto que quería ser yo mismo quien le diera color y fuerza.

Hubo un momento en que ya no quería hacerme cargo de esta flor, ya que demandaba mucho de mi tiempo, y yo tenía otras cosas que hacer además de cuidarla. Fue mucho abono el que tuve que poner a la tierra para lograr que esta flor llegara a tener un bello color, sin mencionar el agua para que no muriera de sed, la obligación de podar de vez en cuando la mala hierba que pretendía quitar espacio, luz y agua a esta planta.

El mayor problema fue cuando, por accidente, corté mal algunas de las pequeñas ramas de su tallo, lo cual la hizo perder fuerzas. Para que no muriera, fue necesario darle más luz y agua, con todo el tiempo que esto demandaba.

Gracias a Dios y a mi perseverancia, logré sobreponerme a estas dificultades que podrían haber impedido que yo terminara de cuidar de esta flor. Flor que, por cierto, cada día se hacía mas bella, y me llenaba más de alegrías. 

Un día, esta flor llegó a convertirse en la flor más bella de todo mi jardín. Su belleza y vida fue recompensa de un largo proceso de abonar, cutivar y cuidar de esta flor, entregándole gran parte de mi vida. Fué muy mágico el día en que, al fin, logré que esta flor me mostrara toda su belleza. Ese día logré comprender una de las grandes maravillas de la vida.